|
Navigation | ||
![]() oOo Santiago Montobbio, poeta español (Barcelona 1966) nos ofrece en su poética, cohesivas imágenes que consolidan variados temas y subtemas, entre ellos el del amor, de la soledad, del silencio, de la transitoriedad de la vida, y el del hacer poético, como podemos comprobar en algunos poemas de las obras : Absurdos principios verdaderos (2011), Hasta el final camina el canto (2015), y Sobre el cielo imposible (2016) que ilustramos a continuación. Iniciamos la lectura con el poema “Toda mi noche es tu mañana, el Alba” de la obra Hasta el final camina el canto, p. 282, que nos ofrece Santiago con el tema de la soledad.
El título nos pone atentos por la antítesis de claridad y oscuridad (“alba”, “noche”) y de una situación temporal matutina (“alba’) que produce otra, la sentimental (los pasos formados en el corazón). En los cuatro primeros versos, el yo-lírico sueña con una sombra, con alguien ausente que representa en el corazón (v. 2). La imagen de la “sombra” (v.4), nos ofrece un ser impreciso, soñado. Todo refleja la soledad del yo-lírico de un triste vacío existencial de una añoranza por otro. La lluvia benéfica no le alcanza (v. 9-11). Y el poeta recuerda una noche de soledad en la que las palabras se callan (“mudo verso” v. 18) y frente a la tristeza del poeta (“noche”) se antepone la alegría (alba) de lo deseado y como resultado de eso el verso se calla : “en la noche oscura, la última noche/ del corazón en la soledad perdido,/ en mi noche y sin tu alba, sin tu sueño,/ mudo verso y noche en que ese perdido corazón anego.” (v. 15-18). La imagen de la noche oscura (v.15) nos apunta la recurrencia del poeta a este tema y nos lleva al poema “Noche oscura del alma” del místico San Juan de la Cruz. Con esa metáfora busca describir una fase en la vida anímica marcada por la soledad y la desolación, por la ausencia del Amado (“sin tu alba, sin tu sueño”, v. 17). La metáfora mística es una forma de referirse a tradiciones espirituales universales, principalmente, a las del cristianismo, con la del amado (Cristo, y la iglesia). El poema de Montobbio, crea la imagen del Otro, del amado (de la poesía), en los versos : “y en mis dedos tengo solo sueños, y versos/ con los que te figuro, con los que te represento”, (v. 6-7). La soledad y abandono del poeta le hacen reconstruir poemas. Es productiva : “en mis dedos tengo sólo sueños, y versos/ con los que te figuro, con los que te represento/ como sombra fresca en que el corazón”. (v 6-8). La imagen de la lluvia es benéfica, sin embargo se vuelve frustrante para el yo-lírico, porque ella no humedece su amor (su poética), o sea, no es suficiente para la elaboración de poema, sigue árida su producción. En cuanto a la imagen del alba, en el poema “Um susto de morirse, pero ya está, dice”, p. 96-97, v. 18, el poeta declara que “el alba” es el silencio, momento de su producción. Así en la soledad hay silencios perdidos cuando no se produce (v 5-7). Son silencios que alejan al hombre. No obstante en la soledad puede el poeta trabajar : la luz “estalla” (v.11), lo que le da serenidad (“remansa” v. 12). Y así va a decirnos en “El silencio destierra al hombre”, de la obra Hasta el final camina el canto. p. 171 :
Nuevamente nos volvemos a los místicos, pues fue en el silencio de los claustros que San Juan de la Cruz creó su poema “Noche serena”, buscando unir el amado con la Amada, y Santa Teresa, de Ávila, encontró los efluvios del amor divino. Y Montobbio en el silencio se integra con su dios creador, su arte. En el ágape con Dios, en el ambiente místico, el Espíritu Santo, la sabiduría, actúa. Pues hay silencio y la soledad aniquila el yo-lírico, lo silencia, lo calma : “[...] La soledad devora todos mis pasos y es arena/ en la que sus huellas se borran.” [...] La soledad perdida/sobre la arena de la nada/ en que hasta el adiós se borra. […]” (v. 5-6). Poema “El adiós en que me pierdo. El adiós en que te siento”, p. 63, de Hasta el final camina el canto. En el poema “Um susto de morirse, pero ya está”, de Hasta el final camina el canto, p. 96-97, el poeta declara que aprovecha los momentos de silencio para nutrir la poesía, principalmente después de que la vida se revitaliza, después que empieza el día : “que se despliegue como el alba”. En ese momento de silencio brota la poesía “[...] Porque el silencio es necesario. El silencio/ la nutre, la alimenta, la alienta,/ la despierta. El silencio es también/ alba en que me abrazo. Y el poema/ luego lo retrata.” (v. 18-22). Y sigue explicando el poeta lo que es el silencio en el poema “Lejos voy, lejos llego, lejos te siento”, p. 239, de la misma obra arriba citada. El silencio “[…] es […] donde la verdad se encuentra y canta”. (v 6-7) y puede él reproducir la triste realidad entre la vida y la muerte, porque “[…] Vivir es una condena triste, larga, y a veces/ ser una fiera en una jaula” (v. 10-12) El poeta desvenda un mundo que brota como una luz de la conciencia y la alumbra para señalar al hombre su existencia y la posición en la que se encuentra delante de las cosas. De esa forma todo adquiere ritmo, proximidad y lejanía, y talle — pequeño y grande. En el poema “Sobre el cielo imposible. Se me ocurre este principio”, de Hasta el final camina el canto, (p. 188-189), el yo-lírico, consciente de su destino histórico, siente el mundo concreto en el momento en que percibe el “ritmo” de la vida’ en una ocasión de fruición poética : “[...] Pero vivir también se nutre/ de estos ritmos perdidos. [...] (Idem, v.8-9, p. 188). Mas el momento del deleite se puede perder, por la falta de registro (“sin papel ni bolígrafo”, (v. 3) ; “porque el arte/ tiene su tiempo y nos asalta en caliente/ y solo en el momento, [...]” (v. 10-12).
Hay en la escritura montobbiana, una especie de purgación por cuestiones transitorias como la de la conciencia del tiempo y la de la pérdida de la soledad. Sobre ello ilustra el poema “En el momento último” de la obra Absurdos principios verdaderos, p. 53-54, cuando el poeta presenta una filosofía existencial en los cincuenta y uno versos. Hay un tiempo de un paso obscuro, de cosas olvidadas : un tiempo túnel, un tiempo lejano de varias lunas, un tiempo de prohibición bajo el efecto del miedo (“del frío”) y un tiempo de impotencia de manifestación, de negatividad, de prohibición y de silencio. Para acordarlo las metáforas refuerzan el estado onírico del yo-lírico. Ellas traen al discurso poético un conocimiento artístico inherente en Montobbio, al mismo tiempo en que, movidas por el inconsciente, transportan sentido y el deseo de transmitir emociones sufocadas por el tiempo. Así inicia : “Conscientes de que hace un tiempo lo suficientemente túnel/ como para que las lunas se hayan ya olvidado por completo de si mismas/ tú y yo tendremos miedo o al menos la pequeña, inevitable vergüenza/ de quien ha vivido siempre en el compás del frío. [...]” (v. 1- 4).
El tema del amor es relevante en la poética montobbiana, reafirmamos. Es un amor total, perdido e idealizado o recordado que el poeta canta. Son largos o cortos como, por ejemplo, el conciso poema 515, de dos versos “Todo un desierto sobre el alma” de Hasta el final camina el canto, p 145 :
El amor, la entrega total sin nada pedir, a veces, es tanto que el yo-lírico no sabe lo que hacer con él. Sin embargo, siente que el amor es la belleza y la sal de la vida, así registra el poeta en “Te pido perdón por tanto amor, y más aún”, p. 58, cuando lo crea reafirmando el amor : “que otra vez te canta y es motivo por sí mismo,/ aunque no te encuentra, y se sostiene en el amor (v. 15-16)
En el poema “Te tengo en el recuerdo y en las manos, en el infinito temblor” ( p. 59), de Sobre el cielo imposible, el yo-poético confiesa que su amor está ausente solo vive en sus versos (v. 2) a la vez que en ellos, registradas las palabras, él lo pierde (v.8), pues se termina la magia de la presencia. Todo es ilusión : “no te encuentro./ Te tengo entre los dedos, pero con ellos/ sólo puedo palpar mi rostro” (v. 11-13). Con las palabras sueña pues su amor vive en la añoranza es “un recuerdo ciego”, (v 14).
En el poema “Pasó el amor. El amor se ha ido” (p.355) el yo-lírico declara que el amor se fue y él se siente un mendigo : “[...] Lejos del amor,/ soy un triste/ mendigo de mí mismo” (v.7-9), y en el poema “La silueta triste del amor, tras” (p. 354) el amor es una imagen que se evade, que se pierde en la esquina de una calle y deja el yo-lírico solo y lleno de heridas : “En el corazón y entre los dedos me crujen/ olvidos y desprecios y también sus antiguos fantasmas/sobre ellos.”(v. 16-18).
Parece que lospoetas viven en el amor y del amor. La forma de transbordar ese amor es el poema. Así el poeta renacentista portugués, Camões, en el soneto “Transforma-se o amador na cousa amada’, justificó : con los versos “o vivo e puro amor de que sou feito, / como a matéria simples busca a forma” (v. 13-14). ¿Pero qué es el amor ? Su definición es variada. Para Sócrates, el amor es el deseo de algo que no se tiene. Para los cristianos Dios es el amor y lleva consigo la seña del sacrificio y la donación de sí mismo ; y también es ágape. El apóstol Pablo apunta que el amor es la condición de la vida superior, sublimada : “El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. (Coríntios 13). En la doctrina freudiana, el amor es una fuerza instintiva originaria, que es la libido. En los poemas montobbianos el amor es definido como : falta, pasado, añoranza, pérdida. Para más un registro de ello sigue el poema “Fuego y viento en tu recuerdo”, (p. 73) de Sobre el cielo imposible.
Hay en la obra de Montobbio repetidas reflexiones melancólicas sobre el amor. Casi que un desafío de un yo amargo. También los temas de la soledad y de la muerte frecuentemente se presentan en su escritura. Sobre la muerte Leszek Kolakows (p. 95) explica que huimos de la anticipación de nuestro acabar, porque es una fuente de sufrimiento y deseamos expulsarla del campo de nuestra atención para evitar un choque con las preguntas por las últimas cosas. Escapamos del amor porque suele ser la fuente del sufrimiento y escapamos de la soledad, pero no de modo que intentemos superarla por medio de la comunicación con el otro. Somos incapaces de soportar la soledad. Ella es como una amenaza en la pausa de una comunicación con el otro”. El tema de la vida, de la muerte, de la marginalización vuelve su escribir poético, un desafío de un “yo” amargo, por ejemplo, el poema “Las manos de la muerte.” de la obra Absurdos principios verdaderos, p. 42.
Existe en la poética montobbiana una cierta angustia por la muerte de la cual manifiesta el yo-lírico con terror y emoción, como en el poema “Sangre. Sangre y olvido, distancia y sangre” (p. 64-65) de Hasta el final camina el canto. Las imágenesmelancólicas del pasar del tiempo y la metáfora de la vida como un “río” nos lleva a Jorge Manrique (1960), en el inicio de su elegía a su padre “Coplas por la muerte de su padre”, estrofa 3 : “Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar,/
Montobbio acerca la música a la poesía o viceversa, pero hace de la poesía una celebración de la vida. En el poema “La vida vuelve como el alba”, p. 347, de Hasta el final camina el canto la vida retorna con la producción poética : “La vida vuelve en las palabras” (v. 13), porque el poeta puede comunicar lo más íntimo y sufrido de su alma por medio del arte poética que es ritmo y música : “[...] memoria en el arte recobrada, ritmo y música,/ oscuro mar de adentro que de nuevo/canta, y rompe en la soledad y sus rocas,/ y es sombra que acaricia los acantilados del recuerdo” (v. 8-11).
En El anarquista de las bengalas, en el poema “Versos a duro”, p. 19, el poeta se muestra severo en su juzgamiento para consigo mismo. Difiere del juglar que pide algo, o “un buen vino”. No obstante un yo, diminuido el valor de sus versos, dice que nadie le debe darle nada, ni un duro (v. 13-18).
Los temas de la soledad, del dolor, del hacer poético es, como demostramos, una constante en los versos montobbianos, pero el tema de la naturaleza se presenta, en el silencio, cuando el poeta produce poesías y de esa arte se sirve para “germinar la vida”, que renace en las palabras del poema. El frescor de la mañana, o sea, toda la naturaleza son auxiliares de la fruición poética. En ese ambiente brota el verso. Sigue el poema “La soledad en que me hiero mientras canto”, de Hasta el final camina el canto, p. 201, como muestra de ese procedimiento poético :
Incluso la naturaleza se presenta como auxiliar de la temática de la libertad para el yo-lírico en “El pájaro es trino y es respiro,” poema de la obra Hasta el final camina el canto, p. 25. Junto a elementos naturales, como los pájaros ( “ala que la luz cruza”, v.. 3-4), con sus alas que los llevan en libre movimiento, el poeta desea integrarse, identificarse para formar parte del mundo y poder huir de la soledad sufocante de la muerte “la más negra” (v. 13).
Según Bachelar (p. 30-33), querer volar como un pájaro es símbolo de deseo voluptuoso. El sueño de volar puede dejar huellas profundas en la vida “real”, pero en la vida onírica el vuelo liberta el soñador de la opresión. El vuelo onírico recuerda el viaje anhelado por Ícaro, brinda la poesía. Creemos que si el poeta no volase no habría poesía, no habría la palabra poética, porque toda palabra poética necesita de un alejamiento de la realidad. Ella liberta el poeta de los obstáculos cotidianos y renueva su poesía. Volar es un deseo de libertad de quien usa la palabra. En el poema, “El pájaro es trino y es respiro”, se justifican ese deseo en los versos : “Quiero ser pájaro y mañana,/ alba siempre nueva, el aire que ese pájaro/ como signo de libertad traspasa (v. 8-10). De una manera poética, con la palabra, el yo-lírico relaciona el hombre con el mundo, consagra sus experiencias y su correlación entre él y el mundo, entre el hombre y la mujer, entre el hombre y su propia conciencia. No pretende embellecer, santificar o idealizar el mundo que retrata por esa razón su representación no es falsa tampoco verdadera, sino poética. Sigue el tema de la naturaleza, representada por el mar en el poema “El mar está al final de algunos niños”, de La poesía es un fondo de agua marina, p. 142. El poeta se apropia del signo del mar para integrarse con el ser amado.
Al fin, los temas más frecuentes de la poética montobbiana son el del amor total más que recordado, el de la poesía (del poema, o metapoema) y el de la soledad y sus consecuencias. Sin embargo hay coherencia en las repeticiones. A partir de esos surgen los subtemas : muerte, vida, amor, (ausente, perdido) dolor (enfermedad), silencio, recuerdos, sombra, naturaleza, mar, lluvia, pájaro, añoranza, libertad, nada, tristeza, melancolía, tiempo, mañana, noche, alborada, otoño y se puede aún agregar : las imágenes : araña, grillo, lobo y túnel como refuerzo de la soledad.
|
![]() |
Revue d'Art et de Littérature, Musique - Espaces d'auteurs | [Contact e-mail] |