¡Uy ! Una mosca con cuatro patas… ¡Ha llegado Mescal ! En la noche supongo. No me despertó el motor. Tienen coche. Dinero también. Y no poco. (abre la ventana) No veo coche. Platero sí. Yo no amputo las moscas. (cuenta una vez más) ¡Cuatro ! Que debe tener seis… U ocho… con Mescalito, todo es posible. Pero no están. No veo a nadie. Ni coche ni la gorra que lleva siempre como señal de aventura. La pata, también la puede poner en el culito de cualquier bicho con alas. Yo no hago de verdugo. No me gusta sentar a alguien en el banquillo. Las moscas revolotean. El cristal salpicado de sus cagadas. Tristeza de mis noches sin nadie al lado para soñar. ¿Usted sueña sin ? ¡No me diga ! ¡Sí ! ¡Sí ! Lo creo… Yo puedo creer a cualquier cosa inspirada por la poesía de la vida cotidiana. Y Usted pertenece à mi existencia. No como creación, sino como creatura. Y está esperando a Mescal como yo… a través del cristal salpicado de cagadas y de toz. Cada verano, el motor del coche me despierta. Imagínese… el sueño roto… Mescal con su gorra… las piernas de su madre cuando se abre la puerta… esta sombra prometedora… “¡Mescal !” grito. Su madre me mira… Ha vuelto… Vamos a hablar de carne, de placer, de muerte… la mañana rellena de este deseo impetuoso. Y yo sin palabras. Escuchando. “Mama está dormida, Mator !” Hablar sin hablar. No tener sentido. Mi mente como el fondo de la cuneta. Me acerco, pero sin decir que lo estoy haciendo porque me muero de… No sé qué palabra podría decirlo mejor que yo. ¡Pero basta de sueño ! Esta mosca no sabe contar. ¡Qué va con cuatro patas ! Si Mescal no ha llegado… Yo solo con mi mosca y sus dos patas que constituyen la base del proceso… Abogado de la espera… Condenado a esperar… Con dos patas menos. ¡Imposible ! ¡Hay gato encerrado ! ¿Quién se hace pasar por Mescalito ? ¡Yo no ! Así que debe de ser la mosca…